martes, 16 de agosto de 2016

Blanco

      Apatía, ausencia de sensaciones, estática vital, abstracción absoluta, parálisis perpetua, silencio atroz, un pozo infinito. Blanco, eso es blanco.
Un día nublado, un día de lluvia, un día con nieve, viento que corre, todo es blanco. Gente en sus casas, calles desiertas, plazas vacías, parques cerrados, la muerte. Eso es blanco.
Su mente está en blanco, no funciona, se apaga de a poco. Laberinto hermético, circular y cerrado. No hay escape. Pierde la visión, sólo ve blanco. Su razón se adormece y el blanco es una gran cortina que lo envuelve. Se enloquece, se marea ante el blanco.
Se cae sin saber, se tropieza y vuelve a tropezarse. No hay obstáculos, solo hay blanco.
Una página en blanco, un libro en blanco, un espacio en blanco, un cuadro blanco. Nada para decir, nada para adornar, nada para expresar, nada para mostrar, nada. Es el fin o el inicio pero no el transcurso, no el devenir, no el movimiento y no la dinámica. Tampoco el recorrido. Es quietud, es palidez.
Confusión, desequilibrio, alteración. Ni siquiera llanto, ni gritos, ni desesperación. Tal vez agonía, pero poca, casi imperceptible, casi ausente.
Da vueltas sobre su propio eje, como la tierra, pero sin tierra. Sin nada. Solo da vueltas sobre sí. Se mueve pero no se mueve. Se automatiza en un movimiento circular, eterno, sin dirección, sin norte ni intención. Como una gallina decapitada. Giros y giros, calesita perpetua. Blanco
Estado de coma, terapia intensiva, enfermeras, médicos, y hospitales. Todo es blanco. La morgue. Blanco y frío, porque el frío es blanco. Ambulancias y camillas, también las camas, las sábanas y las cortinas. Un camino blanco hacia una muerte blanca: al polvo blanco de donde venimos y adonde vamos.
Sobre este fondo blanco, manchas negras. Palabras.